¿Qué es ser una mujer trans con VIH? Un estereotipo. Porque normalmente la sociedad piensa que si tú eres mujer trans tienes VIH. Hay tal prejuicio de que las mujeres trans lo tienen que ya no importa el diagnóstico. Te tratan como si tuvieras VIH. ¿Qué se siente? Discriminación. Estigma. Exclusión. Indiferencia. Hay mucha indiferencia por parte del Estado y la sociedad. Todas las mujeres trans no tienen VIH. Solo algunas. Incluso si así fuera, el VIH es una enfermedad crónica, pero manejable. No es una enfermedad que deba generar temor o miedo. No entiendo por qué la sociedad es tan ignorante. Por otro lado, nosotras somos delincuentes por naturaleza. Ser mujer trans en el Perú es sinónimo de vivir con VIH, y además ser delincuente. Así se nos concibe. La justicia siempre está en contra nuestra. Porque se cree que una es la mala, la ladrona o la prostituta. No podemos ser víctimas. Ante la sociedad somos victimarias. Agredimos, violamos, violentamos. Por eso no nos ayudan. Por eso no se meten en nuestros problemas.
Después de que mi mamá falleció, en Iquitos, una amiga me dijo: ¿qué vas a hacer acá en la selva? Ve por ti. Estudia. Haz algo por la vida. Así que agarré una lancha y me vine para Pucallpa. Una señora me recibió en su casa como empleada doméstica. Pero no me pagaban mucho y yo quería ganar un poquito más. Quería conocer Lima. Me habían dicho que era preciosa, inmensa. Mi sueño era conocer otros lugares. Y Lima me recibió con sus edificios y sus carros de lujo. Junté mi plata y me vine a la capital. Pero me discriminaron. No era como en mi selva, donde la gente no te mira mal, y te recibe con un vaso con agua. Acá es complicada la vida. Dormía en un almacén y trabajaba en una peluquería. No me acostumbré. Hasta que conocí una amiga y me invitó a trabajar en el centro de Lima. Iba a ganar más, pero tenía que pagar mi cuarto. Me adapté de a pocos, aunque me daba miedo que me pudieran infectar con otra enfermedad o me pudieran matar. Tantas cosas que se ven en la televisión. Al inicio me daba asco que me tocaran. Además, me costaba la mala noche. Yo que siempre dormía a mis horas. Pienso dejar esta vida en algún momento, y dedicarme a cosas mejores. A veces la gente te mira mal cuando te ven parada en una esquina. Quiero salir adelante como sea. Nunca es tarde.
Hace año y medio fui diagnosticada con VIH. Hasta ahora no llegó a superarlo. Verdaderamente me cuesta asimilar mi condición. Me practiqué tres pruebas porque no podía creerlo. Vine a Lima hace once años. Vine sola a ganarme la vida. Lima no es como la pintan. Pensé encontrarme con otro ambiente. Pero aquí no puedes caminar de la mano con tu enamorado porque te insultan. La pandemia nos ha golpeado muy fuerte. Si no fuera por mi pareja no me alcanzaría para pagar mi cuarto. Es difícil. A veces me hago un ‘pase’ por día. Pero hay que guerrear, porque los clientes te quieren pagar lo que ellos quieren. Trato de ser optimista y no derrumbarme. Nadie está libre de ninguna enfermedad. No soy la primera ni la última. Todos corremos riesgos, seamos trabajadoras sexuales o no. Me siento contenta de ayudar a mis amigas que sienten vergüenza de su diagnóstico a atenderse en un centro de salud y recibir tratamiento. La mayoría de nosotras vivimos solas, y cuando nos enfermamos nadie nos cuida. Pocas tenemos esa suerte.