Hace año y medio fui diagnosticada con VIH. Hasta ahora no llegó a superarlo. Verdaderamente me cuesta asimilar mi condición. Me practiqué tres pruebas porque no podía creerlo. Vine a Lima hace once años. Vine sola a ganarme la vida. Lima no es como la pintan. Pensé encontrarme con otro ambiente. Pero aquí no puedes caminar de la mano con tu enamorado porque te insultan. La pandemia nos ha golpeado muy fuerte. Si no fuera por mi pareja no me alcanzaría para pagar mi cuarto. Es difícil. A veces me hago un ‘pase’ por día. Pero hay que guerrear, porque los clientes te quieren pagar lo que ellos quieren. Trato de ser optimista y no derrumbarme. Nadie está libre de ninguna enfermedad. No soy la primera ni la última. Todos corremos riesgos, seamos trabajadoras sexuales o no. Me siento contenta de ayudar a mis amigas que sienten vergüenza de su diagnóstico a atenderse en un centro de salud y recibir tratamiento. La mayoría de nosotras vivimos solas, y cuando nos enfermamos nadie nos cuida. Pocas tenemos esa suerte.