Luciana Pariona

Iquitos, Perú. 34 años

Después de que mi mamá falleció, en Iquitos, una amiga me dijo: ¿qué vas a hacer acá en la selva? Ve por ti. Estudia. Haz algo por la vida. Así que agarré una lancha y me vine para Pucallpa. Una señora me recibió en su casa como empleada doméstica. Pero no me pagaban mucho y yo quería ganar un poquito más. Quería conocer Lima. Me habían dicho que era preciosa, inmensa. Mi sueño era conocer otros lugares. Y Lima me recibió con sus edificios y sus carros de lujo. Junté mi plata y me vine a la capital. Pero me discriminaron. No era como en mi selva, donde la gente no te mira mal, y te recibe con un vaso con agua. Acá es complicada la vida. Dormía en un almacén y trabajaba en una peluquería. No me acostumbré. Hasta que conocí una amiga y me invitó a trabajar en el centro de Lima. Iba a ganar más, pero tenía que pagar mi cuarto. Me adapté de a pocos, aunque me daba miedo que me pudieran infectar con otra enfermedad o me pudieran matar. Tantas cosas que se ven en la televisión. Al inicio me daba asco que me tocaran. Además, me costaba la mala noche. Yo que siempre dormía a mis horas. Pienso dejar esta vida en algún momento, y dedicarme a cosas mejores. A veces la gente te mira mal cuando te ven parada en una esquina. Quiero salir adelante como sea. Nunca es tarde.